miércoles, 14 de diciembre de 2011

Los penales, ¿arte o ciencia?

Pocas situaciones como los remates desde los 12 pasos generan tantos cambios de sensaciones en el fútbol y provocan un instante mágico... si la pelota termina en la red

Pocas situaciones generan tantos cambios de sensaciones como el lanzamiento de un penal. Si no, repase la experiencia que seguramente usted mismo vivió cuando en los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica 2010, Sebastián Abreu picó su último remate desde los 12 pasos, con el que definió la clasificación de Uruguay entre las cuatro mejores selecciones del planeta. ¿Lo recuerda?

Nervios, miedos, alegrías, decepciones, tristezas, llantos y hasta increíbles extremos en los que ateos rompen por un momento con su forma de vivir y le piden a Dios, mirando el cielo, al menos una pifiada o un resbalón del nueve rival.

¿Hay una fórmula para patear penales? ¿Es todo a suerte y verdad? Son dos de las preguntas más frecuentes que se formulan cada vez que se enfrenta esta situación y que difícilmente se puedan responder, ya que son muchas las opiniones que existen al respecto.

Nunca falta en las tribunas ese que dice: “Este tomó mucha carrera… ¡lo erra!”, y el jugador la coloca en un ángulo. O el otro que dice: “Este está tranquilo, la mete contra un palo”, y el ejecutante se la alcanza a un hincha de la cabecera del estadio.

Los jugadores más dotados técnicamente han errado ejecuciones. Diego Armando Maradona supo marrar cinco penales de forma consecutiva, Roberto Baggio erró uno decisivo en la final del Mundial ante Brasil en 1994, y hace menos de un mes el astro que tiene el fútbol en la actualidad, Lionel Messi, falló una ejecución desde los 12 pasos con Barcelona.

En los últimos tiempos, los uruguayos vivieron situaciones bastante particulares con el tema de los penales. En octubre de 2009, Diego Forlán pateó en la altura de Quito una ejecución desde los 11 metros que le dio la victoria a los celestes y prácticamente lo confirmó entre los cinco primeros de las Eliminatorias para Sudáfrica 2010. Ya en el mundial, y en cuartos de final, los dirigidos por Óscar Washington Tabárez vencieron a Ghana por penales luego de que Gyan fallara en los descuentos del alargue una ejecución de la pena máxima. Y por último, también en cuartos de final pero de la Copa América de este año en Argentina, la celeste dejó afuera al local convirtiendo los cinco remates.


El consejo de Álvez
Más atrás en el tiempo, en 1995 y por la misma competición, Uruguay se consagró campeón de la Copa América tras vencer por penales en la final a Brasil, luego que Fernando Álvez le tapara un penal al goleador Tulio. El último lo tiró Sergio “Manteca” Martínez, quien tiró contra un palo y desató la alegría del país entero.

El héroe de esa tarde dominguera, Fernando Álvez, habló con El Observador sobre ese momento, y como se vive el enfrentamiento entre ejecutante y el golero. “En mi caso no sufría los penales. En esas oportunidades uno solo puede ser héroe y no tiene nada que perder. El que patea es quien tiene la obligación de hacer el gol”. 

Consultado acerca de si existen estrategias a la hora de atajar penales, el ex guardameta de Peñarol expresó: “Hay de todo, algunos miran los pies del jugador, otros buscan desconcentrarlos, haciendo movimientos o hablándole a los ejecutantes. Lo que hacía yo era quedarme quieto hasta que pateara el jugador para no darle chances de cambiar sobre la marcha. Igual, todo eso se tiene que ver ahí. Máspoli decía que los penales no se practican porque los escenarios son siempre distintos. En las prácticas no hay hinchada, no hay presiones, se vive otro tipo de momento. Además si uno erra en las prácticas le genera más desconfianza. En mi caso, no los practicaba. El día antes de la final ante Brasil, todos se quedaron a entrenar penales y yo me fui al vestuario. Me preguntaron por qué lo hacía y respondí eso. Además les dije que me iba a tirar todos los penales hacia mi derecha, y fue lo que hice”. 

Sobre los factores que influyen a la hora de patear, y cuanto hay de virtud y suerte en los penales, el golero campeón de América con la selección indicó: “La suerte tiene un papel importante. Por más que sea el mejor pateador, está expuesto a que le pasen cosas que no tienen nada que ver con su calidad. Se pueden resbalar, como le pasó al Tanque Silva ante Peñarol en la Libertadores. Eso es mala suerte, por ejemplo. También hay otros factores como los nervios, los miedos y el cansancio. De todas maneras si el que patea coloca la pelota fuerte arriba contra un costado, es imposible que los goleros la atajen. Así que tampoco es todo suerte”. 

No existe una fórmula para patear un penal o atajarlo, aunque si existen jugadores que fueron grandes ejecutantes de la pena máxima.


Historias de penales
El Loco Panenka marcó una época, cuando en la Eurocopa de 1976 clasificó a su selección, Checoslovaquia, tras picar un penal en la definición ante Alemania. Treinta años después, en la final del Mundial de Alemania 2006, uno de los mejores jugadores de la historia, Zinedine Zidane, le picó el penal al italiano Buffon en lo que fue su último partido como futbolista profesional. La pelota entró con suspenso tras pegar primero en el travesaño. 

Estos no fueron los únicos casos curiosos. En una oportunidad, Johan Cruyff ejecutó un penal para Ajax de una manera muy particular pero avalada por el reglamento. El jugador amagó que iba a rematar al arco y cuando llegó a la pelota tocó hacia un costado para que su compañero Jesper Olsen quedara mano a mano ante el golero. Cuando el guardameta lo tapó, Olsen jugó de nuevo con Cruyff que solo empujó el balón a la red. En 2005, los franceses Robert Pirés y Thierry Henry quisieron emular al holandés, pero no les salió. Pirés llegó a la pelota pero cuando tocó le quedó corta y Henry no pudo definir. Ambos hicieron el ridículo frente a millones de espectadores en el propio estadio y por TV y fueron burla de muchos por largo tiempo. 

Por su parte, el goleador histórico de Boca, Martín Palermo, logró algo que difícilmente se vuelva a ver: erró tres penales en un partido ante Colombia por la Copa América de 1999, y los albicelestes cayeron por 3-0. 
Trago amargó fue el que vivió  Roberto Baggio. En la final del Mundial de 1994, entre italianos y brasileños, el volante ofensivo –máxima figura de la selección azzurra– erró el quinto penal en la tanda definitoria. Su mala ejecución sorprendió a propios y extraños. Era muy raro ver a un jugador de su categoría tirar tan mal un penal y en un momento tan decisivo. “Lo que pasó ese día nunca lo voy a superar” expresó hace poco el talentoso ex volante.

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